sábado, 28 de junio de 2008

CulTurA CHiChA (Dorian Espezúa Salmón)





Texto tomado de la Revista Casa de Citas Nº 5


Hay una pregunta crucial que genera este ensayo: ¿qué nos impide reconocernos como chichas? Acaso una mala comprensión del fenómeno, nuestra ignorancia, nuestros prejuicios históricos, su asociación con lo abyecto, acaso todas las razones por las cuales nuestra sociedad nunca se identificó plenamente con lo indio, ni con lo cholo y ahora con lo chicha. En efecto, el gran problema de los peruanos es que siendo un conjunto de nacionalidades indias jamás nos hemos identificado como indios. Estamos orgullosos de nuestro pasado noble inca, pero no de nuestro presente indígena1. Tampoco nos hemos identificado como cholos a pesar de que la mayoría tiene ancestros indígenas o proviene de la sierra, donde se cree se asienta lo cholo, ni como mestizos a pesar de que Ricardo Palma dijo que “el que no tiene de inga tiene de mandinga”. Por alguna razón, los peruanos se apegan más a lo colonial que a lo prehispánico, a lo hispano que a lo indígena. Es justamente nuestra condición colonial la que nos ha impedido identificarnos como indios, mestizos, cholos y ahora como chichas.

¿Es lo mismo ser cholo que chicha? ¿Por qué los afroperuanos o asiático peruanos no se identifican como cholos? ¿Qué pasa con los selváticos que no se sienten cholos?
Yo planteo la hipótesis de que el paradigma de lo cholo o de la “cholificación” estudiado por Aníbal Quijano (1980) ha sido ya superado. En efecto, el proceso de cholificación se produjo dentro de un contexto en el que la movilidad social era menor y más lenta; en cambio, lo chicha se da en un contexto donde esa movilidad es mayor y más fluida. Hemos pasado de castas a clases y de clases a una hibridez acelerada. Voy a usar una metáfora para explicar este proceso de “chicheficación” que aún no ha concluido. Esta metáfora tiene que ver con la fruta, la ensalada de fruta y el jugo de fruta como representantes de tres estadios en nuestra evolución cultural e identitaria. El primer estadio implica un contacto cultural en el que se mantienen separados a los grupos étnicos y culturales de manera que se promueve el racismo, la segregación y la marginación desde una posición dominante y jerárquica. En este momento podemos hablar de frutas (castas, clases, etnias) separadas. El segundo estadio hace evidente el proceso inevitable de mezcla étnica y cultural en uno que va de menos a más, de modo tal que las frutas se van desarticulando en trozos cada vez más pequeños que se mezclan con trozos de otras frutas. En efecto, la ensalada de frutas representa muy bien los procesos de sincretismo, transculturación o heterogeneidad cultural representados cabalmente por el estudiado por Quijano. Pero, ¿qué pasa cuando la ensalada de frutas sigue mezclándose y diluyéndose a lo largo del tiempo? Sucede que estamos frente al estadio del jugo de frutas, que implica una mezcla tal que tiende a la homogenización. Creo que la cultura chicha representa este proceso.

Para los que todavía conservan el muy raro sentido común, es imposible no percibir el nuevo rostro cultural del Perú. Sus sonidos penetran nuestros oídos, sus imágenes invaden nuestra mirada, disfrutamos de sus sabores, olemos las variaciones de sus aromas y nuestra piel siente las texturas de ese mundo real que nos cerca y que no podemos eludir. Pero siempre hay una resistencia a aceptar el término con el que designamos nuestra peculiar formación cultural de raíz y tronco prehispánico. Lo mismo pasó con los términos ‘cholo’, ‘mestizo’, o ‘indio’ con los que nuestra “sociedad” nunca se identificó o tardó mucho en identificarse. Sin embargo, creo que el paradigma de lo cholo ha evolucionado hasta el punto que ahora ya no podemos sostener que lo propiamente peruano en la cultura nacional es el elemento cholo. ¿Qué nombre le ponemos a una cultura que rompe con la oposición andino-costeño e integra lo selvático? ¿Cómo llamamos a la cultura que integra y se vale de todo para sobrevivir en medio de fuerzas que luchan por desaparecerla? Hay evidentemente una cultura nueva que se desarrolla en un espacio distinto, que rompe las clásicas oposiciones binarias con las que hemos reflexionado nuestra peculiar formación cultural y social. Esta cultura nueva a la que llamamos ‘chicha’ es urbano marginal o rural urbana, y surge como consecuencia de las migraciones internas y externas de los diversos grupos culturales que conviven en nuestro país. ¿Cuáles son las diferencias con la cultura llamada chola? ¿Son dos etapas de un mismo proceso o son diferentes?

El fenómeno chicha es un huaico que ha caído como una nueva capa de pintura sobre (casi) todo el territorio peruano. Este huaico es producto –no digo nada nuevo– del abandono, marginación y postergación de los grupos culturales subalternos que, en el caso del Perú, son paradójicamente la mayoría. Lo anterior trajo como consecuencia el denominado “desborde popular”, que no es otra cosa que la migración interna, inevitable e incontrolable, que ha roto los muros de contención de las ciudades donde ahora viven los “pitucos”2 segregacionistas y antes habitaban los descendientes de los españoles americanos o criollos herederos de la tradición colonial europea. Estos espacios han sido invadidos por migrantes entroncados en las tradiciones culturales autóctonas, provenientes del interior del país, que ahora habitan en el centro mismo de la capital o frente a los barrios residenciales de las principales ciudades peruanas. José María Arguedas registró en El Zorro de arriba y el zorro de abajo (1971) el surgimiento del nuevo rostro social y cultural del Perú emergente de todas las sangres. En efecto, a partir de 1950 se produjeron las mayores oleadas migratorias desde espacios sociales y culturales históricamente marginados por el Estado peruano hacia espacios que recibían todos los beneficios de ese mismo Estado miope que vivía de espaldas a la realidad de las provincias, especialmente serranas y selváticas. Pero, aunque Arguedas pudo intuir las transformaciones que se venían, no vio, por su muerte trágica en 1969, los cambios que esas olas migratorias han generado en el Perú de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI.

Lo que antes fue el espacio privado criollo ahora también es el de lo chicha. Lo que antes estuvo separado por muros invisibles ahora está en el centro mismo de la nacionalidad. Lo que por una minoría –cada vez menor– sigue siendo considerado inferior y despreciable, se impone paulatinamente hasta recuperar (por ocupación y posesión) un espacio que siempre ha reclamado como suyo porque le fue arrebatado. Lo que antes dividía al otro occidental del otro andino ha dado paso a la construcción de una sociedad integradora. Esta, básicamente inclusiva, construye un nosotros común al margen de cualquier planificación o proyecto oficial. El tinkuy o encuentro tensional de contrarios se da en lo chicha. Los que históricamente fueron olvidados por un Estado que nunca los consideró ciudadanos, ahora son los protagonistas de este nuevo pachacuti que invierte el orden establecido por la tradicional e incompetente oligarquía peruana que ha conducido mal los destinos de una nación más grande que Lima. El mayor y nuevo paradigma cultural del Perú es lo chicha, le guste o no a la minoría que se resiste a aceptarlo. La mayoría de los peruanos nos reconocemos, en mayor o menor grado, como cholos pero todavía nos resistimos a reconocernos como chichas. ¿Por qué los cholos, los nuevos cholos o los cholos modernos no nos reconocemos como chichas?
Lo chicha no es un fenómeno aislado que se da solo en las ciudades costeras sino también en la sierra y selva del Perú. Tampoco es un fenómeno que se da solo en los ámbitos urbanos donde se asentaron los migrantes: los espacios rurales también reciben influencia de los que regresan trayendo nuevos elementos culturales que se integran a lo local. El crecimiento vertiginoso de Chimbote o de Lima en la costa tiene su corre-lato en el de Juliaca o Huancayo en la sierra y en el crecimiento rápido de Pucallpa o Tarapoto en la selva.
Lo chicha atraviesa todo el territorio peruano y se ha convertido en lo que ahora distingue a los peruanos como tales y les permite integrarse, dejan-do de lado tradicionales rivalidades entre costeños, serranos y selváticos, o entre norteños y sureños. Sin embargo, como ya se indicó, lo chicha es un proyecto integrador al margen de la oficialidad. En efecto, la informalidad, la crisis del Estado o mejor dicho su anomia, se manifiestan a lo largo y ancho del territorio peruano. Esta crisis y/o ausencia ha producido una cultura que, en buena cuenta, construye un país paralelo, no oficial pero real. En todas las ciudades del Perú hay ambulantes, dateros, choferes de combi, miloficios, clubes de madres, comedores populares, organizaciones barriales, juntas vecinales, pequeños empresarios amenazados por el sistema político, judicial o económico de un Gobierno que no los alienta. Estas organizaciones, que son la evidencia misma de un Estado ineficiente e ineficaz, luchan por arrebatarle a este, un poco de financiamiento para comer, tener salud, justicia o para que simplemente no sea un obstáculo para sobresalir.
Por otro lado, también en todas las ciudades y pueblos del Perú se baila la música chicha. Por ejemplo, se baila y canta tecnocumbia en Puno como en Tumbes, en Lima como en Iquitos. Chacalón tiene seguidores en Huancayo como en Tacna, en Piura como en Abancay, mientras que Dina Páucar, Abencia Meza y Sonia Morales dan conciertos en todas las regiones del Perú y hasta en el extranjero.

Lo chicha nació en los llamados “pueblos jóvenes” o en los “asentamientos humanos” donde se instalaron los migrantes provenientes del interior del país, pero luego se extendió a casi todos sus rincones. Los pueblos jóvenes y los asentamientos humanos produjeron (tomando como base tradiciones milenarias propias de las culturas andinas y selváticas como el ayni y la minka) una cultura nueva, joven, vital y más solidaria. Lo huachafo, la cumbia ahuainada, el huaino moderno, la música tropical andina,la tecnocumbia, la música costandinamazónica, los sectores C y D o de nivel socioeconómico bajo, la cultura informal o cultura combi son diversas denominaciones para un mismo fenómeno que tiene muchos matices, pero que responde a una misma pulsión, lógica y/o orientación. En efecto, lo chicha es esencialmente la manifestación moderna de un fenómeno histórico que tiene varios estilos en permanente evolución. Por lo general, estas denominaciones tienen una connotación despectiva porque, desde el punto de vista de la pituquería racista, se asocian al mal gusto, a lo grotesco, a lo que no corresponde con los estereotipos sociales, a la trasgresión de espacios culturales, a la invasión de espacios antes privados, a la borrachera, al pandillaje, a la marginalidad, a la delincuencia, al achoramiento3, a la ignorancia, a la viveza o a la mala educación. Pero lo chicha también tiene –y muchas connotaciones positivas, como veremos más adelante.
Algunos creen que lo chicha, al igual que el mestizaje, degenera los elementos culturales provenientes de las diferentes tradiciones que lo conforman. Sin embargo, lo chicha se diferencia de ellas porque recrea un nuevo rostro cultural que resulta del encuentro, ciertamente conflictivo, de las diferentes tradiciones culturales. Estas no solo se manifiestan en la tecnocumbia o en la música tropical andina sino también en la comida, las creencias religiosas, el lenguaje o la arquitectura. Una de las características de lo chicha es que, por necesidad o inevitable contacto, transgrede los modelos culturales hegemónicos, normativos o estándares. De este modo, podemos hablar de lo chicha como aquello que mezcla, subvierte y bambea elementos que provienen de diferentes estratos y niveles sociales. La cultura y el discurso chicha forman parte del proceso deslegitimador que se burla de un sistema caduco que nunca funcionó y aún no funciona. En ese sentido se refiere a lo “extraoficial”, al país real y paralelo que no corresponde con el país imaginario. Lo chicha es lo informal en el sentido de no formal; es lo carnavalesco en el sentido de no oficial; es lo emergente integrador en una sociedad dividida por taras sociales. Pero lo chicha “invade” el espacio del Otro hegemónico, lo incomoda, lo irrita, lo perturba, para después integrarse al campo cultural distinto.

El choque cultural inevitablemente trae adaptaciones. La orientación de estas va del campo a la ciudad, de lo andino a lo occidental o de la tradición a la modernización. Así, los campesinos e indígenas fuertemente arraigados en sus tradiciones milenarias, por su aislamiento más que por su voluntad, carentes de toda referencia a la civilización occidental, tuvieron que adaptarse forzosamente a modelos de vida citadinos. De pronto los migrantes se enfrentaron a un modo de vida distinto en un mundo diferente del suyo. Era como poner a un hombre del siglo XVI a vivir en un edificio moderno del siglo XX. Cosas simples pueden ejemplificar este conflicto de adaptación temporal y cultural, como asistir a la escuela, saber usar artefactos eléctricos, respetar las señales de tránsito, ver televisión o tener acceso a agua, desagüe y luz eléctrica. Cosas que parecen in-creíbles desde la perspectiva de los citadinos porque forman parte de su rutina cultural. Ocurre que el Estado peruano nunca atendió las zonas rurales del país donde, hasta hace muy poquito, no había escuelas, postas médicas, carreteras, trabajo o servicios básicos. Ahora, como un intento de frenar las olas migratorias que todavía continúan, se ha empezado a subsanar el error, pero ya la mayor parte de la población peruana ha dejado de vivir en las zonas rurales. Por otro lado, la adaptación también tiene otra cara: las ciudades antes reservadas para las clases pudientes tuvieron que adaptarse a los migrantes que trajeron consigo sus costumbres.
Ellos llevaron allí sus prácticas rurales y crearon un desorden justamente por tener interiorizada la ausencia del Estado y presente las leyes consuetudinarias que rigen el funcionamiento de la comunidad campesina.

El sujeto chicha (que no es lo mismo que el chichero) tiene algunas características particulares que lo diferencian del sujeto migrante del que hablaba Antonio Cornejo-Polar.
El sujeto migrante es multilingüe y pluricultural, desarraigado, disgregado, difuso, inestable, escentrado y conflictivo, porque tiende a mantener las diferencias y promover las heterogeneidades. Este sujeto migrante es el primer estadio del hombre chicha.
El chicha ha superado ya los conflictos del migrante porque es integrador, sincrético, aglutinante, y tiende a amalgamar las diferencias sin hacer que estas desaparezcan. Ambos, el migrante y el chicha, son colectivos porque son el reflejo de una nueva cultura urbana y rural al mismo tiempo. En consecuencia, el chicha es un hombre de segunda o tercera generación heredero de la migración. Es chicha quien injerta el mundo dentro de su propia cultura, quien transcultura y no acultura. Siendo un integrador de tradiciones, es a la vez un diferenciador que construye su propia identidad personal y colectiva. El chicha no es un traidor, es más bien alguien que crea vínculos entre esferas culturales separadas, que piensa en el futuro sin descuidar su historia y su memoria, que conjuga el pasado con el presente, lo local con lo global.

Ser llamado chicha puede ser hasta ofensivo, dependiendo de quién lo diga y a quién se dirija, porque el término tiene una connotación despectiva, pero uno también puede estar orgulloso de ser chicha si es que esto se asume como una cultura nueva con valores nuevos. Ser chicha es, en buena cuenta, ser bien peruano y lo peruano es el resultado de la confluencia de varias heterogeneidades.
Lo chicha es marginado por su origen andino, serrano o cholo, por ser una práctica cultural suburbana desligada de lo intelectual y hasta de lo civilizado. Desde mi punto de vista, este fenómeno se inserta muy bien dentro del concepto de heterogeneidad cultural. Además, hay que reconocer que la cultura chicha es híbrida, siguiendo lo planteado por Néstor García Canclini. Y lo es por su origen urbano marginal, por la mezcla y desterritorialización de elementos que antes estaban separados, por la creación de nuevos géneros llamados impuros, por ser una cultura popular urbana que no se opone a lo rural, porque más bien promueve el tinkuy, puesto que los paradigmas son cuestionados constantemente a través de la irreverencia, por la migración del capital simbólico que genera nuevas estructuras culturales. Pero lo chicha promueve una hibridez que no se cierra en espacios propios o guetos.

El chicha es una persona fuertemente influenciada por el desarrollo moderno, pero esto no anula sus tradiciones locales, de manera que hablamos de continuas adaptaciones, transformaciones y recreaciones. El chicha sabe que la única forma de preservar sus costumbres o tradiciones es integrarlas a la modernidad de manera original y auténtica. No es un melancólico que se resiste a mantener invariables sus tradiciones y objetos culturales, es más bien conciente de que su cultura es más que la artesanía y el folklore. En consecuencia, es alguien inmerso en la producción industrial, electrónica e informática.
El chicha fue, en sus orígenes, pobre en términos de capital económico. Pero esta pobreza es la que generó un proceso interesante de apropiación de códigos culturales ajenos. El chicha recibía la donación de ropa, de artefactos usados, y aprendió costumbres propias del lugar al que se adaptaba. Gradualmente, fue asimilando elementos desechados por ser pasados de moda o viejos y los fue refaccionando, reparando o repotenciando para producir después un modelo cultural nuevo, de tal manera que construyó “artefactos” culturales distintos. En términos de capital simbólico, el chicha es muy rico porque a su propio capital de origen le ha sabido agregar el que adquirió en los nuevos campos culturales a los que migró. Ha logrado posicionar su propio capital como un nuevo paradigma identitario que integra a todos los capitales simbólicos que lo conforman.

Los que desconocen este proceso, los que no saben la adaptación gradual de estos sujetos a un nuevo espacio, los califican de huachafos. En efecto, estamos cansados de calificar la vestimenta de los migrantes de huachafa porque todavía hay un imaginario popular en el que se ve mal que el “nuevo indio”, “cholo” o “chicha” use zapatillas Nike, Reebook o Adidas y que use prendas de vestir Benetton, Versace o Armani, y, sin embargo, en las calles de Lima casi todos los peatones somos cholos que compramos en Ripley o en Saga Falabella, como en Gamarra, Mesa Redonda o el Parque Industrial de Villa el Salvador. Estamos hartos de decir que nuestra arquitectura urbana es huachafa porque construimos casas con techos a dos aguas, al estilo Miami, cuando en Lima no llueve, o cuando vemos edificios revestidos con espejos teniendo el cielo gris la mayor parte del año. Sin embargo, la imitación servil de modelos arquitectónicos o culturales no es lo chicha lo huachafo. Lo chicha implica una reelaboración creativa y una adaptación a las condiciones culturales del medio. Todos hemos escuchado decir que Sarita Colonia, la beatita de Humay o la Melchorita son santas de una religión chicha no oficial. Nos ofendemos cuando alguien dice que nuestro lenguaje es chicha sin considerar que enriquecemos el idioma al vulnerar la normatividad de la academia y la tradición. Estamos cansados de calificar como chichas a los diarios sensacionalistas que muestran el lenguaje popular, el colorido y las vedettes. Estamos aburridos de oír que el “combinado” es un plato huachafo porque se sirven juntos la papa a la huancaína, el cebiche, los tallarines y el arroz con pollo; y, sin embargo, ahora es inconcebible un arroz con pollo sin papa a la huancaína o un seco sin frijoles, como es inconcebible el boom de la cocina peruana sin experimentar las mezclas de sus tradiciones culinarias. Estamos hartos de calificar a nuestros políticos de chichas, a nuestra política de huachafa, a nuestra gente de achorada, a nuestra economía de informal, a nuestra cultura de combi. ¿No será que continuamente nos estamos reconociendo como chichas?

A pesar de ser un discurso heterogéneo que integra tradiciones diferentes, lo chicha construye un discurso fuertemente arraigado en lo local. La misma denominación hace referencia a lo propio. Es más, cuando alguien califica algo de chicha tiene siempre en cuenta algún elemento conectado con lo andino, serrano o selvático, que puede ser el apellido, el color de la piel, la vestimenta, los accesorios, el dialecto lleno de interferencias, una melodía, un ritmo, los alimentos o los hábitos. No es, entonces, un discurso desarraigado de migrantes que han perdido conexión con sus orígenes; es el discurso de migrantes que llevaron consigo su tradición y la adaptaron a las exigencias de la vida moderna sin perder su identidad cultural.
En ese proceso de conservación y adaptación fueron las raíces andinas los centros a los que se integraron los elementos nuevos. El discurso chicha es, siguiendo a Oswald de Andrade (1928), antropófago o caníbal, porque se nutre de todo aquello que le haga falta y desecha aquello que no le sirve. Por lo tanto, también estamos frente a un discurso barroco, un tanto por su intencional imperfección e irregularidad cuando se burla de los discursos supuestamente armónicos o no huachafos, otro por su carácter extravagante y grotesco para el gusto de los conservadores, otro poco por la, a veces, falta de armonía y asimetría entre los elementos que lo conforman, de modo tal que puede ser decepcionante por lo disonante, recargado y demasiado ornamental.
Otro tanto por la confluencia de contrastes que a veces resultan forzados, y otro por la mezcla de símbolos que provienen de diferentes matrices culturales y que construyen un laberinto interpretativo. Lo chicha entonces transgrede todo tipo de géneros y moldes discursivos, así como las estructuras sociales y subvierte el orden estatal caduco e inservible. En un primer momento, su tarea consistió en experimentar la posibilidad de unir elementos culturales propios y foráneos, sin ser meros receptores, para producir un discurso original y propio.
Los experimentos produjeron hibrideces y deformaciones que poco a poco se fueron puliendo hasta producir un discurso que integra muy bien los elementos supuestamente contradictorios. De este modo, se superó la separación entre un discurso serrano y un discurso limeño, entre un Perú profundo y uno centralista. De lo anterior se puede colegir que lo chicha construye, de modo extraoficial, una nueva estructura social, mental y artística.

Esto no quiere decir que el proceso esté terminado, más bien creo que está empezando y que las manifestaciones culturales chichas serán mucho más ricas de lo que son hasta hoy. Por ejemplo, hay un lenguaje chicha que no ha sido llevado cabalmente a la literatura que se diferencia del lenguaje achorado de Oswaldo Reynoso, del genial Cromwell Jara o del marginal Domingo de Ramos, quienes representan estadios anteriores en el proceso de evolución de lo chicha. Evidentemente, hay poetas y narradores chichas como los miembros de la generación del 70 con el movimiento Hora Zero y Eloy Jáuregui, pero todavía esperamos la publicación de los discursos chichas contemporáneos que seguramente existen, anónimos y marginados.
Creo que, cuando aparezca una novela chicha actual, narrada con el lenguaje chicha y que trate sobre temas que nos atañen, será vendida como pan caliente y consumida con avidez por la mayoría de los peruanos que se reconocerán en ella. Creo que cuando aparezcan los poemas chichas que expresen la nueva sensibilidad, estos formarán parte de lo más selecto de nuestra tradición literaria. En otras palabras, hay un arte chicha que se manifiesta en la música o en las artes plásticas pero que, paradójicamente, tarda mucho en llegar a la literatura.
Nuestros escritores están preocupados por ser andinos o criollos pero no chichas porque incluso ellos ven lo chicha como algo despectivo. Tal vez la literatura sea la práctica artística más tardía donde se manifieste lo chicha en su rostro actual cuando debió haber sido la primera. Esto si no consideramos literatura a la letra de las canciones, al discurso de la calle o a los discursos orales en general.

Es muy difícil que alguien que no se sienta parte de esa cultura la exprese, así como hablar por el sujeto chicha porque uno es inmediatamente reconocido como impostor. Pero también es muy difícil encontrar a un peruano que no sea o tenga algo de lo chicha. Mientras los narradores no se reconozcan como chichas y no acepten esta condición, no habrá una literatura auténticamente chicha.
Por eso no existe una literatura chicha reconocida por la crítica oficial. Si los escritores quieren pertenecer a la ciudad letrada o son generados por espacios históricamente letrados que han marginado a los sectores tradicionalmente orales o populares, es lógico pensar que los editores chichas están en los sectores más bajos de la sociedad y no necesariamente tienen acceso a la ciudad letrada. Por eso creo que el debate entre narradores andinos y criollos se da, en realidad, entre capas intelectuales de criollos y mestizos, pertenecientes a las clases altas y medias que evidentemente no se aceptan como chichas porque se consideran “cultas” y herederas de tradiciones culturales “puras”. Estos narradores olvidan que hay un proceso masivo de sincretismo cultural que reclama ser novelado. Cuando los novelistas se reclamen chichas, se resolverá el inútil conflicto entre lo andino y lo criollo que ya no tiene razón de ser para la mayoría de los peruanos.



1 Cecilia Méndez escribió un documento de trabajo muy interesante titulado: Incas sí, indios no: apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú (2000)

2 Una definición interesante y práctica de lo pituco le corresponde a Sandra Guzmán: “Hay una creencia popular que nos dice que todos los peruanos que tienen mucho dinero son pitucos. Falso. ‘Pituco’ significa, por antonomasia, ‘persona frívola que aparenta ser fina y tiene el raro complejo de sentirse superior y diferente al resto, por razones económicas o de clase social’. Es decir, que también hay pitucas y pitucos pobres. Es su forma de ser lo que los caracteriza”

3 Sobre este tema debe consultarse el interesante ensayo de Oswaldo Medina (2001). Este plantea la hipótesis de que el arribismo, como mecanismo de ascenso social, ha sido desplazado por el achoramiento. En efecto, mientras el comportamiento arribista se caracteriza por “sobar”, “franelar” o “chupar las medias” a un superior con el fin de obtener algunos favores para triunfar socialmente, el arribista emplea métodos diametralmente opuestos como el sarcasmo, la intriga, el infundio, el chisme, la difamación, la calumnia, la maledicencia, con el fin de descalificar, degradar, dañar, “serruchar”, neutralizar o anular a quien ocupa una posición superior para ocuparla. El achorado es una persona pragmática y mercantilista a quien no le importa transgredir, abierta o subrepticiamente, las normas legales para obtener beneficios económicos. Es más, viola esas normas desconociendo los derechos de los demás, porque para él estas son “un saludo a la bandera”. La cultura del achoramiento está plagada de ejemplos de corrupción, estafa, secuestros, asaltos o, en general, las “sacadas de vuelta” al sistema. En la jerga urbana, el término ‘achorado’ alude a ‘choro’, es decir, a ladrón, ratero, delincuente, vivazo o pendejo y no hace distingos entre personas de diferentes clases sociales.


Obras citadas

De Andrade, Oswald

1928
“Manifiesto Antropófago”.
En Revista de Antropofagia.
Año 1, Nº1.

García Canclini, Néstor

2004
Culturas híbridas. Estrategias
para entrar y salir de la
modernidad. México, D. F.

Guzmán, Sandra

s/a
La Lima pituca. Soberanía y
decadencia de la pituquería
limeña. Lima: San Marcos.

Medina, Oswaldo

2001
El achoramiento. Una
interpretación sociológica.
Lima: Universidad del Pacífico.

Méndez, Cecilia

2001
Incas sí, indios no: apuntes para
el estudio del nacionalismo
criollo en el Perú. Lima: IEP.

Matos Mar, José

1984
Desborde popular y crisis del
Estado. Lima: IEP.

Quijano, Aníbal

1980
Dominación y cultura. Lo cholo y
el conflicto cultural en el Perú.
Lima: Mosca Azul.



Puntos de venta de la revista: en las librerías K-sa Tomada, El Virrey, La Casa Verde, Librería PUCP, a 12 soles. En el quiosco de Daniel (afuera de la pucp) a 10 soles.


miércoles, 25 de junio de 2008


Evento artístico-poético cuyo objetivo es establecer una relación entre lo pasado y lo presente (antes y después de la migración), el aquí y el allá (Lima y el lugar de origen). Se busca, así, promover una reflexión sobre la migración a nivel individual, familiar, colectivo, y participar en la (re) construcción de las representaciones sobre el proceso migratorio, darle al proceso migratorio un espacio para existir en toda su complejidad y para centrarse sobre sus diferentes aspectos, lejos de la “amnesia” que existe en muchas situaciones.


x m.d.i.h


La Batalla del Peru ,Willy Gomez. De: Nada como los campos.

Anima el clima de la cordillera de los andes
Porque no es facil destruir la iglesia del siglo XIX
Ni revertir los verdes valles que vienen en bellas palabras
De blanca re-velacion y peregrinación
Cuando Lima se aisla ahora
Y los extranjero agonizantes aman las viejas casonas humedas
Para cantar silencios cerca del mar
Y cosan sus pulmones en una aspiracion de flores silvestres
Y se entreguen como santos criollos que buscaron
La oscuridad del antiguo Peru.

Anima la conflagración del desierto de la ciudad
Para mil quinientas familias desnutridas y venidas del Centro del pais
Con algunas esfinges de yeso y flores de plastico
Y velas rojas de cera que traen debajo de sus cuerpos
Para el canto de la sobreabundancia de la Fe
En una irracionalidad de intima evolucion peruana
Cuando en los cementerios el jubilo de la tierra
Sea un movimiento mas de palabras
Y enloquecidos, todos
Cuelguen el filo del cielo azul sin luz y espacio.

Anima la re-construccion o el alma que es el fuego del cuerpo
Para los que permanecen de pie y golpean esta roca viviente
Inamovible ahora en las largas calles de Cajamarca
Después de la misa cuando la sentencia se haga a la verdad
Y llueva y un torrente de angeles se arrastre
Para purificar sus pecados y de nuevo sean los miembros
La sociedad secreta, la historia del Peru
Limpios junto al jardin de dios
Donde el arroyo de agua cristalina
Sea el pais o la forma de las religiones
A este lado del campo de los geranios
Tambien.






VII, Carolina Fernández. De: Una vela encendida en el desierto.


El que escribe no siempre es el que firma
O la que yace en una esquina entre
Soleados viandantes
Ofreciendo
Muñecas
Adornos de porcelana y otras
Baratijas
Aquella que a los nueves miro y amo
Emocionada acaso sin que se enterara a un
Artista de circo de barrio de provincia
Niño caminante que viajaba en una barca
Con osos y elefantes trapecistas
Huellas suyas y mias entrecruzan
Marchas paralelas y se pierden
Se pierden en hondonadas de arena
Hay una vela encendida en el desierto
El todo es niebla en el desierto
El todo es movimiento y nada
Es apenas una quebrada
Una rama fracturada
Un arroyo
Un instante
Una palmera y su sombra
En el punto medio
El todo es asombro
Un punto y raya

Perjuro de palabras

El que no escribe se hace preguntas cantando
Bailando orinando o mirando
Las estrellas
Gira la cabeza y sus ojos
Me interrogan
Yo no se que responderle
Y hago garabatos
Mi verdad no es como la suya
Le cuento fragmentos de mis sueños
Lo que veo en las calles pobladas
Y vacias
Le hablo de mis amigos inventados de cuitas
Y de mi
De las modelos
Con senos de vidrio azulado en forma
De botella
Le hablo de ti de tus furias
De cuando sonries y me rodeas con tus
Brazos
De cuando corro a encontrarme contigo
Entre arboles y bosques
Por suerte todavía existen parques y
Puertos en mis sueños






TODOS LOS DETALLES DE UNA EXPERIENCIA REPETIDA DURANTE DIAS MESES Y AÑOS, Juan Ramírez Ruiz. De: Un par de vueltas por la realidad.


Aquí, el piso hemos puesto, el techo alzado
Mil veces, dos mil veces derribados por bandos pulpos, por aves negras
Desorbitadas que caian, que se precipitaban
Desde un sol lleno de tablas apolilladas.
Y yo alegremente afianze en 1485 kilometros
Los hechos de esta vida de 23 años. Yo colgue arranques intimos
A la altura de lo posible y he tardado aquí 112 noches en convencer
A una mujer para que sea mia. He tratado con amigos
Demasiados dias,
Demasiadas noches en una ciudad que crei mia.
He tardado usando semanas enteras en parques,
Cines, lechos o avenidas. O avenidas dentro de una ciudad que crei mia,
Dentro de una epoca que presumi brillos inacabables. Y yo he dicho
Perfectamente las cosas que se bien. Las cosas que adivine
Y las cosas que predije se han ido cumpliendo rigurosamente,
Yo he tardado aceptando mi oficio de equilibrista,
Mis pendientes, mis quebradas de barro, mis vertigos, mis temores,
Mis deseos de concretizar, de saber cosas y mi oficio
De equilibrista,
Mis treinta metros encima de asfalto, equivalente al macho con hembra,
Equivalente al fuerte, al lucido, al que fallo mas de dos veces
Trayendo de los cabellos las suertes ganadas hace mucho
Por mi y por mis congeneres
Y nosotros tropezamos
Con aquellos que dibujaron al sol con tiza,
A trapos ensangrentados denominaron confianza y a palos
Resecos, futuro.
Y habian trescientos reptiles en movimiento circular, y manadas de alimañas
Babeando y babeando sobre todo un pueblo.
Pero para este linaje no.
No para este linaje.
Yanavari se agita en la barriga de la tierra. Y otros son en tu lugar.
“Y ya nunca tu en hoyos lovianos, en pozos ciegos
Saliendo, arriba y abajo, detrás de piedras
Zoomorfas
Improbable, diciendo, no, que no eras, o eras
El cojo Aiscorbe,
La Vieja Lola, el arbol de manzanas, el conejo,
Y te desconozcan totalmente. Ya nunca mas eso”
¡Otros son en tu lugar! ¡Otros son en tu lugar!
Y nosotros no hemos cometido ningun error
Y despreciamos lo que debio ser despreciado.
Pero a mi, el lobo mas violento, a mi que he tardado
Demasiados dias
Demasiadas noches en una ciudad que crei mia
No me confien demasiadas cosas sucias: Esten prevenidos o
Pongan centinelas
Con frecuencia olvido, soy tenaz y tengo un chorro de ocurrencias,
Y he permanecido en la capital del Peru sin justificación
Y sin vecinos,
Y con una sola excusa:
Estar completamente lucido.







Lied,Roger Santibáñez. De: Eucaristía.


1
Dias redorados como el Mantaro dulcificado
En el remanso recodado de dispuesta madre
A sonar la caricia secreta de esta noche

Asi me pusiste tu corazon en cuatro campanas:
Aquí es el reino de una sacra voluntad
Explicita como el aire de la divina paz
Amorosamente puesta lycra que me acomodo
Para ser en este momento privado

2
En esta luz invernal
Escucho la musica urbana de mi soledad en Lima:
Es una poesia escrita en el níspero del arrobado sentimiento
Por su exquisito esquizofrenico deseo recuperado

Señor de los temblores es tu cumbre andina
Seguramente misterio / milagro
De un arte personal
Enhebrado al tejido
Paracas de su amor

Cancion inmaculada sobre el paisaje
De la invicta soledad invisible bon
A vides frecuencia de la ola
Frente al solo azul de su unidad

Un canto de acanto en el llano agazapado de Canta







Poemas IV, César Vallejo. De: Trilce.

Cual mi explicación.
Esa manera de caminar por los trapecios.
Esos corajosos brutos como postizos.
Esa goma que pega el azogue al adentro.
Esas posaderas sentadas para arriba.
Ese no puede ser, sido.
Absurdo.
Demencia.
Pero he venido de Trujillo a Lima.
Pero gano un sueldo de cinco soles







Signo, Pedro Escribano. De: Manuscrito del viento.


Este hombre nació de un garabato,
De su tinta subversiva
Escrita en las paredes
Tiene algo de árbol
Por su aliento verde, no indolente.
Ha cogido del parque una paloma
Y guarda en su pañuelo nombres imborrables.
Ha comido en el comedor popular N. 4
Y ha escrito en un papelito:
Este hombre nació de un garabato.
Ha caminado por las calles de ruidos industriales
Recordando que Lima le cayó
Como una ola violenta a los ojos.
Conoce La Parada, polleras y sexos ambulantes;
Aromas de miserias y comidas provincianas.
Ha dejado impresa una sonrisa en el rostro
De una muchacha a quien rasgó su piel de infancia.
Se ha sentado en un parque, cabizbajo,
Inútil sin perdón.
Ha dicho buenos días
Tragando mucha saliva.
En el cine ha visto desnuda a Laura Antonelli y la ha deseado.
Ha fumado un cigarrillo tomándose un café.
He tenido piedad de mentarle la madre al presidente.
Ha amado sus libros y su paloma del parque
Y en la límpida mañana de su frente
Caía desplumada el águila americana;
Perro se ha cogido del tiempo para llegar
A su cuarto oscuro
Y apenas ha escrito en un papelito
Toda su historia:
Este hombre nació de un garabato







Rodrigo Quijano. De: Una procesion entera va por dentro.


1. No era ese el desierto que prefiguraba esta ciudad.
Y no era esta la ciudad que prefiguraba este desierto.
La ciudad es entre todas esas cosas, una isla, en cuyo centro hay una
Palma abierta,
Por cuyas inolvidables huellas se desplazan algunas vidas solitarias
A la sombra de unos pobres edificios.
¿Recuerdas? ¿No Recuerdas? Yo si te recuerdo mucho
Mientras viajo por las carreteras.
Tu dices: Berlin posee las ventajas de la isla (ya que es
Literalmente una) y el atractivo del laboratorio.
Berlin es una piscina
En cuyo fondo la gente camina lentamente, como en una ilusion
Celeste, como en una solucion artificial.
Y asi es: Berlin es un inmenso Jesús Maria, con sus zonas que tienden
Mas a lo San Isidro
Y sus zonas que tienden hacia insolitos Linces. No,
Berlin no tiene las aglomeraciones carretillas de los ambulantes,
Que son como mesas
En las que no hay comensales sino una atareada servidumbre
(siempre de pie, siempre de pie), cuyo rumor amplificado
Es el verdadero espacio que ocupa Lima.
Y entonces es el rumor el verdadero espacio que prefiguraba esa
Ciudad
Tambien entonces el desierto el verdadero espacio que prefiguraba a ese
Rumor
Y ese rumor, el verdadero silencio tras el espasmo.
Asi es pues, Ferdi, los tatuados turcos que ves por las calles
Marchan en silencio hacia sus fabricas como si realemente
Caminaran bajo el agua, surcados de miradas que pesan
Por su ligereza.
Embotados de este silencio denso como todos los sueños
Podriamos gritar, cada uno a cada lado del planteado océano,
Pero nadie nos oiria nunca.

2. Pero nadie nos oiria nunca.
Acaso el paso de aquellos extraños trabajadores
Siga las mismas huellas
De todos los inmigrantes. Y entonces si, nada nos diferenciaria.

3. Surcados en esas aguas, siempre aparentemente las mismas,
Aparecen esta vez los honestos plasticos de los ambulantes
Y en cada pedazo de ellos te espera quizas un momento de tu vida
O su contrario, cobertizos detenidos en su inmóvil
Vuelo de cubito dorsal, parecen supermanes, te lo juro.
Pero todavía no encuentro el paralelo exacto.
Entre ellos y nosotros – y entre nosotros mismos, es claro -,
Kreuzberg, “el gran Lince en si” de esa ciudad y todos los
Linces del mundo.

4. No era esta la ciudad que preferias, pero este
Es el desierto que la va cubriendo, cargado con su propia,
Congenita, historia
De huacas, observatorios y centros de peregrinaje.
El silencio es ese polvo que aterriza sobre las cornisas
De todos los recuerdos, de todas las palabras, hasta taparlas
Quitandoles el ya raro “valor” que yo creia que tenian.

Y el movimiento, el unico movimiento, que los lleva
A trasladarse de un punto a otro en el coloreado mapamundi
Y el paso de la propia geografia a la historia ajena,
Donde entre cielos quemados y pastos crepusculares
He oido decir: hemos estado aquí desde el principio, porque
Pero a esta distancia y con todo este polvo, con todos estos
Años, quien los reconoceria.

5. Verdes carretillas, entre naranjas y amarillos
Platanos. Lucumas atardeceres en la tersa piel porosa
De unos mangos semiavergonzados que, bien vistos,
Tienen un polo tuerto y un Gauguin atravesando el hemisferio.
Todas estas frutas, en el acalorado color de estas tardes
Parecen niños dispuestos en una maternidad
Listos para la confusion y el intercambio de padres.
Aquí un limon color de su vedura.
Pero hasta ahora nada.

Ahora todo parece tan viejo, como si las aguas que cubrian estas
Tierras
(donde tu y yo hubieramos buceado, hablando de pescados y anémonas
Y transparencias)
Se hubieran ido ayer.
Pero acaso algo cambia si lo digo, ¿acaso algo cambia
Si lo escribo? Como si no supieramos que este lapicero
No es capaz de modificacion alguna, como si puediramos dar
- nos la mano sentado cada uno sin moverse de su sitio.

Caes en una celeste psicina a refrescarse las sienes,
Y un prado entero hecho de pura felpa requieren tus huesudos pies.
Pero el espacio es inútil pues sobre el se escribe el poema.

Ahora podrian desmantelarse uno por uno los sueños
Con la pasion imbecil del fanatico, pequeño, comerciante
Y el ruido ensordcedor con el que se despliegan las alas
De un rugoso plano
En el recinto mas tranquilo de una ciudad abandonada.

Pero la violencia es real y mi propuesta imaginaria,
Mientras trato de abrazarse
Como si la distancia fuera esquivable con un atajo
De palidas palabras. Y aunque suene tragico, no lo es;
Esa es la ley de este tipo de caricatura, ya que solo eso
Es verosimil frente a la diversidad.

6. Entonces trataremos de otro modo.
Un limon debe ser un limon
Y esos miles de muertos maduros no deberian formar un bodegón de
Hombres expulsados de este mundo,
Sino un tumulo tangible,
Capaz de hacer llorqar hasta los mismos cerros
Detenidos frente a esas quebradas
Gargantas, amoratadas de besos, de cal,
De huesos.

Imaginando este osado osario levantandose para caminar
Hacia las playas,
La vision seria tan fuerte que nadie volveria a dormir.
Nadie volveria a mirarse a las caras.
Todos estos años.

7. Detenido entre el trampolín y las aguas de una ciudad
En la que no termina aun de zambullirse
Puedo imaginar escenas
De siniestras naves sobrevolando miles de palmeras
Como brazos alzados al cielo,
El sudor del piloto en los cromos de su casco
Al interior del cual se pregunta casi con honestidad
Si no estara matando hormigas;

Y mientras tu vuelas hacia 4 paredes de mayólica cubica
Los fantasticos faros de los automóviles me muestran el complejo,
Denso camino,
Apuntandome directamente al cuerpo
Pues esta mañana me he mirado largamente al espejo
Mientras el tiempo pasaba por la radio:
Un policia borracho
Mato a su mejor amigo.




"NN", Domingo de Ramos. De: Arquitectura del espanto.

Hoy viernes he salido de casa
Compré lo necesario/alquilé un traje/para estar
lejos del individuo de los días anteriores
Cómo explicarte
Si José fue a llevarte flores
al hospital donde reposas
con tu cabeza cana
que ya no acaricio o que me acariciabas
siendo yo un pequeño animal entre tus brazos
Hoy viernes los periódicos anuncian catástrofes
pero la mía es aún el doble
doble como una moneda
que tiene el mismo peso
las caras distintas
el mismo dolor vacío
que nunca sentí
Estoy seguro que en el hospital
no me anuncian nada nuevo
ni nada viejo
nada de lo que hoy
padezco ni siquiera grabado en el electrocardiograma
que tranquilamente puede ser una hermosa carta
que nunca escribiste
ni la radiografía puede
captar lo hueco que es esta angustia
de la espera
Como los posibles litros de dextrosa
que purificarán
tu cuerpo y vuelva tu voz que venían como dos arroyos
que se juntan desde la
cocina hasta la calle donde yo jugaba un partido de
fulbito
Hoy viernes pude irme tranquilamente a visitarte
y seguramente no te hallaré no encontraré
rastro alguno que me conduzca a tu lecho
como cuando de pequeño corría a tu lado
espantado por el terror que me causaban tus cuentos de
la medianoche
Ya no te hallaré con tus manos blancas
tratando de dibujar algún pájaro
que imitabas en tu canto

como los cantos en quechua que acompañabas con tu
mágica guitarra/violín o arpa que desconocía
mis oídos y mi lengua
Madre
Hoy viernes espero verte como en mi eterno
sueño
te veo a través de la ventana
venir apacible alta y moza como en canto de las aves
en medio de la aurora
que se destiñe detrás de la puerta






Domingo de Ramos. De: Pastor de perros.

acostada y lampiña como una maja
Caminando sola y abierta frente al lente de un paparazzi
Detenida y perra
Fracturada íntegramente entre tribus vaporosos
desplazada en el vídeo clip
De Chacalón in the city
Music & sound of The Comas donde estás pedaleando contra el suelo
En coreografía de peces rabiosos a la sombra de árboles mayores que yo
mientras muero detalladamente en trueque
A propósito a duras penas azulejado por tus pezones que se disgregan
como rocallas en las esquinas
fly rubia mía
fly Chana mía

fly pacharaca mía

sudando néctar lambicando tus olores
cras cras
entre los cascajos rojo indio de ese cerro
ahora gris como tu pelo al viento
al viento marrón-bizarro
que levanta tu vestido como tu errante camino
como derrubiando tu edad
que reluce tiernamente entre las piedras

Tú eres mi destejida náusea
Mi sonrisa paraquense
Vertiginando en mis concavidades






Alguien, Niko Velita Palacín. De: Casas Roídas.

Ay de aquel que anda en zapatos agujereados
Ay de aquel que duerme en cama tan dura

Se hiere los pies con el ruido de las piedras
El sueño se interrumpe al dolor de la espalda
Ya una vez caminó tanto a la gran ciudad
Lo recibió un profundo silbido de la indiferencia
Las visiones corren por los caminos
Para alcanzar al viajero empedernido
Que con su gran mochila al hombro
Huye de los corazones endurecidos
Sin que nadie sienta el sufrir de su alma

Ay de aquel que llora en ese rincón
Ay de aquel que bebe el licor para olvidar su sueño

Las lágrimas ruedan por los surcos de su mejilla
Ya hace mucho que nos e cansa de suspirar
Un olvidado nombre no llena el vacío de la existencia
Un hondo silencio queda en sus penas
Que como los golpes de la omisión castigan tanto
Su biografía cargada de espinas y látigos
Apenas se reduce a tres verbos
Y la historia de su muerte
En su lápida ya nadie lo recuerda

Ay de aquel que pide pan
Para saciar el hambre de siglos
Ay de aquel






III, Carolina Fernández. De: Cuando la luna cae.

La ciudad aprisiona
Las semillas
Con amable rudeza
Sus manos las liberan
Edifican los ensueños y
Descubren el ojo de agua
De la julia
A prisa multiplican el rostro
De la diva
Y le piden al viento que les dé fuerzas
Para envolver con su olor a la diosa
Esquiva.


Cantogrande, José Pancorvo. De: Profeta el cielo.


Sí, aquí compacto estoy,
De noche y como en un gran suelo
Comprendiendo, comprendiendo
Sobre la espalda del San Cristóbal: abres
Paso a los mares, todos los mares es,
Tú lo dijiste, ya estoy aquí,
Tú: tristes
Mañanas de la suprema plata pasaron
Y allá abajo el
Esplendor,
Las carretillas de Fuego,
Las vísceras asadas,
Los huesos color botella
Brillando en el cajón.

Pero el perfil de los cerros era el Huáscar:
Las burbujas de la chicha
Sus pututus de agua
Mientras Baila:
La cabeza mojándose en el horizonte de chicha de luz.
Ahora sólo veo
Todos los cabellos de la eternidad
Destapando el
Cielo nocturno y espumoso.






Wiracocha, Jaile Urco.

qué dirás padre estés donde estés
ya sea en lo alto del cielo o en lo profundo de lo bajo
nosotros
los que no íbamos a perder guerra alguna
que beberíamos y danzaríamos en los cráneos de nuestros
enemigos
estamos ya ves
con el lomo quebrado y todos aquí como si nada
tú que nos creaste para no comer nunca polvo de derrota
mira nuestros hocicos llenos de infame tierra
nuestra flácida carne que vocifera vida molicie testa
malhadada y pensarás
para esto promesas esperas
encargos
hijos
te hemos fallado padre
tanto los que guerrearon hace años
como nosotros
los que ya no alzamos armas sobre nuestras cabezas
los habitantes de urbe
hablando lengua que tú no entiendes
vistiendo ropas que te parecerían trapo excesivo
con gestos y modales que no entrarían a tu mesa
a tu faz severa
lo hemos perdido todo
tierra hijos mujeres dioses lengua

los dueños de tu época señor
hoy somos
en el mejor de los casos
inteligentes paisanos porque hemos olvidado y disfrazado
lo indio
de nuestra alma

muera el indio que viva el diablo wiracocha que no eres tú
padre
ellos
los otros
hasta el nombre te han quitado
los barbudos y blancos como la infamia
los mistis dicen wiracochitas
padre tú wiracocha
el único sobre esta faz de tierra lodo y esperanza






El Agustino, Roxana Crisólogo. De: Abajo sobre el cielo.

lo que yo llamo cielo y es tierra
y todas las noches ocupa un espacio distinto al de los cielos
y se extiende sobre un paño de noche elegante
y vive como las fogatas de los castillos conquistados
allá arriba
y deja escapar anillos de luz simples bocanadas de gente
innumerables miles no podría contar cuántas veces
me perdí en el cielo yo que creí que pisaba tierra
empecé a enumerar sus escalones desvanecidos
con tanta facilidad por la gente que al pisarlos
los duplica los triplica y pienso que es la velocidad
-alucinaciones de estómago vacío- de trabajo
mecánico y a tiempo completo sin vacaciones
con vacaciones -sin goce de haber-
o sólo el caos en un mundo que no es
cielo ni tierra entre tierra y cielo cielo y tierra
hay un lugar común de seres indiferenciables que bien
observo
con este cucurucho que quiere -intenta- ser mi único
microscopio o mirador oficial sin asomarme a la ventana
del micro aunque la gente grite Me ordene
cordura razón para no mirar nuevamente
verme
indefenso en un mundo que no podría domeñar solo
Ese día casi toqué el cielo
porque su olor a tierra sudada o lo que sea se impregnó
en mi chompa en mis cabellos quedó un poco del polvo abigarrado
de su alimento mi lengua también saboreó
la acidez segura de sus suburbios celestes y no dejé
de parpadear cuando quise contar cada lucecita suya
en la inmensidad -ya me estaban tragando-
Si no fuera por estos golpes
torpes ininterrumpidos de chofer por esa voz ronca de vaso vacío
(solo) que desde arriba me recordó que simplemente estaba
abajo






SANDIE & LUCY, Róger Santibáñez.

El corazón de plástico en la Junín
¿Dónde está? Desapareció en el desván
Inexistente sería una ola y su espuma
Salobre solitaria sobre nada sin memoria

Eran dos corazones en el azar soleado
Estrechez del patio desnudo en la oscura
Fotografía que se fue perdiendo cachivaches
Desportillados finalmente no los sepultamos

Frágiles y blandos cuerpos aunque suaves
Tenían sus nombres gringos esplendores
De T.V. recién llegada a los dorados arenales
Nadie sabe dónde se escondieron porque

Candelaria la noche que jugó al ampay
Soltó una risa resonante tenebrosa pero
No se los llevó sería ébano en contraste
Si hubiera sido dulce robadora de ese sueño

Escena de ambos en su repisa bien
Sentados y vestidos contemplando muebles
Paredes u hornacinas arrimados nichos
Sólo en el sutil espíritu de un poema






REGRESANDO AL PERÚ EN BARCO, José Watanabe. De: Cosas del cuerpo.


Supremas
inmensidades del mar y del cielo, mírenme,
yo soy el que va a su patria,
el que lame la sal que se cristaliza
en las barandas del barco, el que
apoya su peso
en una pierna y otra
para compensar el bamboleo de la nave y así mantener
la línea del horizonte y la línea del corazón.

Hace días que estoy hipnótico en el centro
del Atlántico. La única referencia
para saber que avanzo
es mi propio pasado: está ahora delante
como un tigre que me dio una tregua.

He dejado atrás varios días eternos
y una cáscara de naranja
flotando
en el Mediterráneo. La cáscara parece
gracia o ingenio
de la poesía, y en verdad es
algo aterrador cuando cae sobre esos mis días
y las aguas:
es un documento humano, lo mismo
que mi brazo o mi zapato.

Y otra vez voceo:
yo soy el que voy, y salto
para que las inmensidades
me vean. Mírenme
trayendo en mis brazos mi propio cuerpo
para entregarlo a sus dueñas, mi madre
y mi esposa
que me esperan
sabiendo
que nada puede cambiar: ir y volver, un giro
dentro de la misma fuente de salmuera.

Allá en las costas amarillas
de mi país
coma mi carne cualquiera de ellas.



Pelícano - Mercado - Barrios Altos, Teresa cabrera.

yaces
como un príncipe desgarbado
desnucado
sobre un resto de quincha
y el ojo del pez te recorre
buscándose sorprendido
entre el desconocido laberinto y la sanguaza

agitado ojo que en mi sueño de horror
repta submarino
y se reclama sus costuras, sus escamas
su lámina de criatura entre tus restos
(movimiento indescifrable del cardumen)

si abrieras un ojo verías de nuevo el mar
costra en el remate romo de las rejas
gangrena en el pie de las carretas
retenidas en el limo
chapas, cascaritas,
peludas pepas de mango
plumas sin aliño ni concierto
en la vereda del mercado

el rastro leve de agua florida
se ha perdido para siempre
entre bidones hirvientes de cebada
hilos de linaza
carcoma anidando en los balcones
jaulas
jabas de fruta
donde aguardan contenidos
los gajos relucientes y jugosos de mi amor,
que no reparte ni prospera

si abrieras un ojo de repente verías lo que yo,
que en mi sueño soy la ciudad y me suavizo
porque el mar me desgrana sin tregua

pero estás bien muerto
y te suavizas también
y un ojo vengativo de pescado te recorre
y ningún pudor nos corresponde.










Cementerio - Nueva Esperanza, Teresa Cabrera.

aún podía verse que las piedras fueron repasadas
con la tosca brocha que barrió la tierra de los túmulos
pálidos colores para honrar esta carne
impedida para el gallinazo,
que ciego ronda los cercos
con su vuelo insidioso,
a la usanza de su ancestro

hasta donde el cerro se desloma llevó el deudo a un arpista
para que tiña con su oficio
el viento correspondiente a su difunta
y al redil de mosquitos en el agua de las flores

de todos los nombres aquí escritos
ninguno es ya mano de mujer
o su aroma de lejía
que limpie la sal de la frente
y traiga el tazón de café,
o varón que deje halo, caricia que alcance y envuelva
como un paño, sin pausa, sin freno,
para nadie

nada de lo que hacemos perdura más que quien nos ama
pero la vibración que parte de la caja del arpa sobrevive
y acude al sueño de los incrédulos
atraviesa el polvillo de cemento,
la ciudad,
la cáscara infame del alacrán
y es la nota feble, la más amarga
la que persigue y recuerda
que para los que hacen los mandados
están siempre el cerro y el deslome:
lo mismo en muerte que lo que hubo en vida.











Los anhelos, Teresa Cabrera.

desmenuza con paciencia la neblina
tras la corona de humedad distinguirás los cerros
las avenidas titilando
los trastos en los techos
la cabeza del caño sujetada con cordones
los cargadores y sus fajas de costalillo
la boca de monstruo del pez
el reflejo incierto de la calamina
inundando este trajín

pero nunca verás completa la ciudad

el sueño te releva de esa angustia
te convierte en leve pompa de jabón
que antes de caer aterrada entre casquijos
se despierta,
pensando en los anhelos:
sea amor, sea emoliente
el calor en lima nadie fía.









RELOJES DE CUARZO Y DE UNTAR
[LOS ANIMALES MUERTOS SIEMPRE VAN DESCALZOS
DESPUÉS DE LOS ACCIDENTES DE TRÁNSITO], Arianna Castañeda.


Por la migración de los humores
es que estoy metido en este espanto
este espanto de correa de muerto
afilando por mis huesos

Voy rociando sustancias extrañas
sobre los más débiles

timerosal

Algunas veces solamente
se puede conseguir
en los mercados
algunas onzas de

láudano de corea

Y si apetezco de la noche
entro sin tocar
cada vez en puerta
un poco más extraña
como auténtico y maligno:

Ragman
Chumscrubber
Boogie man

Afilando mi esmeril,
llegando a puerto extremo
salir a pastar con los
adorables pollos
de esta jungla
de una sola calle.

Blog: http://www.animalsano.blogspot.com/








Nocturno, Iván Segura.

Extremo norte del barrio sur,
la vieja casona casi al centro.
Su construcción se incluye

en una manzana
que viene de lejos,
luego de cruzar

el canal de los museos,
aunque las aguas se congelen
y las nieves cubran

el Puente de la Estrella.
En la pista blanca se acumulan
tabernas rodeadas

por jardines inmarcesibles
que se tolera sin poder creer,
hasta cruzar la gran plaza,

sin temor a hacerse respetar,
con paso decidido.
En Domingo de Feria,

quien no estrena,
sí tiene las manos para
buscar una cortísima unidad

de medida que convierta
a los inmóviles signos
de los cementerios

en un espacio contiguo
a las casas de la colina,
en el que se deja una flor

luego de regresarse
para no morir
de dolor

sino vivir
mientras la puerta
se abre

y las manos abiertas
se juntan mostrando
algo a punto de saltar.


Romancero de Lima, 1993 (breve historia de amor y chicheros), Miguel Ildefonso. De: Las ciudades fantasmas.


1. El mercado mayorista (para Mañuco)

Cuando cae la garúa en La Parada
no sólo se mojan los choclos
y la hierbaluisa,
también se parten las piedras de San Pedro.
Y yo, que soy peruano
como la Coca, también me mojo los pelos,
también se me parte un poco de alma.
Cuando cae la garúa en La Parada.

2. Avenida México (para Elsa)

La avenida a esta hora arde con tus manos
de magnolias,
y la música del parlante se desliza sobre
tus siemprevivas trenzas.
Pero hay una sombra en la esquina
donde una cucaracha se esconde de toda
la humanidad que transita.
Tú miras al horrible insecto
y quisieras que al besarlo se convierta
en un príncipe.
Así como si no hubiese que trabajar para vivir
ambos se miran hasta que la noche los una.


3. Las aves son hijas del paraíso (para Moisés)

En La Parada nadie espera que el gallo cante
para empezar a trabajar.
Sin embargo, los peladores esperamos que el sol
suba hasta la punta del cerro,
y que el agua sea como el infierno para estas almas
que sacrificamos todos los días.
A mí me enseñaron a rezar y a matar los pollos
desde pequeño.
Agarrarlos de las alas y de las patas,
darles un golpe de puño en la cabeza
y abrirles el cuello es cosa de pan y no de la tentación.
Así formé a mi familia que vive en San Cosme,
mi mujer que está gestando
y mis dos hijos que también aprenderán a resistir
el infierno, sus plumas, el sudor
y más que el propio sudor, la sangre.
Cuando ya hemos pelado a todas las aves
y éstas se exhiben como falsos trofeos para su venta
y mis dos hijos corren tras un polluelo
que se ha escapado de la jaula,
recuerdo que yo también corrí mucho,
mucho antes que el gallo cante en La Parada.


4. Cantogrande (para Pepe)

En la fiesta de Nélida
se toma y se baila muy bien.
Unos entran,
bailan un rato,
toman un rato y se van.
Otros como José
toman y bailan hasta morir.
Éstos son los más bravos.

5. El Señor de Nuestro Camino (para Édgar)

Señor de Nuestro camino, llévame a mi casa
o la Gruta de El Pino.
Esta luz que alumbra la noche
no sabe que el viento es azul sobre mi pecho rojo.
Bajo la Cruz de Yerbateros pasan sin oírme
las voces de mis hermanitos.
De amor es el amor, la luz es de la noche.
El aire es un bus cargado de voces plateadas.
La iglesia es una rosa en el camino de un ciego
que toca su violín para mí.
Llevo una fría luna dentro de mi pecho
y mis vidriosos ojos divisan un horizonte extraño
que no dan ganas de ir por ahí.
Señor de Nuestro Camino, llévame a mi casa
o a la Gruta de El Pino.


6. Velatorio (para Héctor)

Hace tiempo quiero decir que aquí la vida no vale nada,
ni pan para remojar en té.
Una se pasa viendo y viendo cómo se van apagando las velas
del Señor
Oh dichosa aventura!
Aquí nadie (ni César) tiene vela en este entierro.
Pero toditos tienen sed, Cruz de Yerbateros, hueso roto,
y hablan como una maldición.
Ya no quiero ver caras de sapos borrachos,
ya no quiero resignación.
Porque hoy después de tantas y tantas palabras
me ha dado una rabia,
una rabia que se ha abierto como un foso.
Hoy por ejemplo no ha venido la luna,
sólo han entrado las moscas atraídas por los lirios
y la oreja del perro.
Pero a qué viene tanto silencio amor?, ese ventarrón.
Las tripas roncan como la puerta y la ventana,
y yo ya no tengo lágrimas por lo menos
desde hace veinte años.
Hoy es té mañana será llantén.
Y esta casa que es muy vieja será más vieja que yo.
Todo, Señor, menos ver cómo se va apagando la última vela,
así como se apagó la vida de mi hijo.